Los sectores agropecuarios productivos de la provincia de Misiones enfrentan severos problemas post incendios y sequía.

El drama de las llamas y la escasez de agua pasó, pero dejó serias consecuencias que demandarán mucho tiempo para recomponer las pérdidas de productores rurales, de la cadena comercial y, por añadidura, de la sociedad en su conjunto. Las actividades de yerba mate, de mandioca y forestal tienen un largo camino cuesta arriba.

Los primeros meses del año, el litoral y el norte argentino fueron tapa de todos los diarios y no precisamente por alguna buena novedad, sino todo lo contrario. Desaforados focos de incendio y un panorama de sequía pocas veces antes visto, configuraron un cuadro de situación muy complicado para sectores productivos de esas zonas. Si bien lo peor y el shock del momento ya pasó, hoy queda el día después, y ese día después trae apa00rejadas historias de vida, de productores que cuentan en primera persona lo duro que se les está haciendo recomponer sus actividades productivas y cooperativas y todo lo que ello supone en materia económica, afectando el arraigo familiar, fuentes de trabajo y el desarrollo de las comunidades locales de la zona.

Tal es el caso de Manfredo Seifert, consejero de Coninagro y productor agropecuario de Misiones, que describe un oscuro panorama de las economías regionales de su provincia: “La sequía del último verano afectó a todas las producciones de Misiones, particularmente a la yerba, mandioca y forestales. Sufrimos un problemón sin precedentes en la provincia, y ya veníamos golpeados sumado a lo que sucedió en la primavera de 2020. Esto afectó severamente también a los cultivos perenne”, sostuvo Seifert.

Seifert abregó: “En la yerba mate nos llevó casi la totalidad de las plantaciones nuevas que representan una pérdida al productor muy significativa y se estima una descapitalización de alrededor de 400 mil pesos por hectáreas, que es el costo de implantación que debemos afrontar para plantar una hectárea de nueva yerba mate. Además, los cultivos que tenían entre 8 a 9 años, sufrieron pérdidas de entre un 20% a 30% en las plantas”, ejemplificó.

“Las plantaciones que quedaron vivas pudieron recuperarse bastante por las lluvias otoñales, que afortunadamente fueron abundantes. Sin embargo esas plantas están demostrando una merma de hasta un 20% en su rendimiento, lo que supone en términos económicos entre 80 a 100 mil pesos de ingreso menos al productor por hectárea”, explicó.

En cuanto a la mandioca, que es un cultivo anual o bianual, las pérdidas también fueron importantes por la falta de agua en el verano, afectando principalmente los rendimientos de la producción de almidón de mandioca por hectárea.

Por su parte, la actividad forestal padeció los coletazos del desastre por ver afectados a bosques implantados tanto de eucalipto como de pino, fundamentalmente las plantaciones del invierno pasado que “directamente sufrieron la mortandad de esas plantas”, relató con crudeza Seifert y sobre la dificultad de poder controlar la situación pronunció que: “En el caso de las plantaciones adultas por la alta carga de biomasa y al faltar tanta agua, ese material se convirtió en combustible muy riesgoso en los focos de incendio que se producían a diario”.

Por su parte, el presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto remarcó el enorme poder de resiliencia de los productores cooperativos: “Es un momento también , más allá de lo que han perdido, de resaltar el esfuerzo, compromiso y el trabajo sobre la tierra. A pesar de que quizás no han recibido el apoyo necesario desde lo económico y que en muchos sentidos se les da la espalda, el productor sigue mirando para adelante, pensando en su familia, en lo que viene, en cómo puede salir adelante”, sostuvo el titular de la entidad.

Miles de hectáreas que se quemaron eran de bosques y selvas nativas que pertenecen a parques provinciales, fueron difíciles de controlar y registraron un daño ambiental sin antecedentes en Misiones, cuya superficie afectada no tiene datos oficiales, pero se estima en casi 20 mil hectáreas nativas.

Fuente: CONINAGRO

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