Investigadoras del INBA transformaron la cáscara de maní y arroz en biocarbono y bioaceites que podrán ser aprovechados para diferentes sectores del agro.
En el Instituto de Investigaciones en Biociencias Agropecuarias y Ambientales (INBA) de la Facultad de Agronomía de la UBA – CONICET, lograron transformar descartes del sector agrícola en productos que podrán emplearse en la agrobioindustria. A través de un proceso térmico, denominado “pirólisis”, transformaron la cáscara de maní en biocarbono, para mejorar los suelos, y la cáscara de arroz en bioaceites, que se utilizará para el sector energético y alimentario.
Tal como explicaron desde el INBA, la pirólisis es una técnica que, por medio de la aplicación de diferentes temperaturas (550ºC para la cáscara de arroz y 500ºC) para la cáscara de maní y en ausencia de oxígeno, calienta y modifica las propiedades de diversos materiales, sin que se produzcan las reacciones de combustión. De esta manera se analizaron los rendimientos y características del sólido y su utilidad como reparador de suelos.
Mariana Silva, investigadora del CONICET en el INBA, remarcó que Argentina cosecha aproximadamente un millón de toneladas de maní al año exportando casi el 95% de la producción. Una cuarta parte del total cosechado es cáscara con potencial de ser aprovechado. Anteriormente, considerado un desecho “se quemaba al aire libre y esto tenía un impacto negativo en la salud y el medio ambiente”. “Hoy en día se utiliza para generar el gas que alimenta los hornos donde se seca el maní, es decir, como energía fuente y como componente de ladrillos o losas de madera para la construcción y aún queda mucho para aprovechar de la cáscara”, agregó la científica.
“Para evaluarlo como enmienda, pusimos el biocarbono en agua, lo dejamos durante la noche, filtramos el agua y obtuvimos un extracto. Luego, colocamos diferentes concentraciones de ese líquido en recipientes que contenían semillas de lechuga, con el fin de evaluar cómo afectaba la germinación y el crecimiento de las plantas, y la idea era investigar los impactos de los compuestos que se liberarían del carbón al suelo, encontrando un notable efecto promotor del crecimiento en las plantas de lechuga. Las raíces y los tallos crecieron entre un 50 y un 100% más que las plantas que solo recibieron agua”, explicó investigadora.
Sobre el aprovechamiento de la cascara de maní, Silva explicó que todavía necesitan aislar el compuesto y hacer pruebas específicas. “Nuestros resultados abren una gran puerta para usar la cáscara de maní como enmienda del suelo”.
En tanto, Silva trabaja junto a Laura Moyano en la obtención de bioaceites a partir de las cascarillas de arroz. En Argentina se producen 1,6 millones de toneladas del cereal al año, de los cuales el 20% es cáscara que generalmente se quema liberando gases y la ceniza que genera este proceso podría generar un problema ambiental si no es realizado adecuadamente. Si trasladamos este proceso a nivel mundial, estamos hablando de una producción de aproximadamente 700 millones de toneladas de arroz por año, lo que implica más de 140 millones de toneladas de cáscaras de arroz.
“Con mis líneas de investigación me gustaría contribuir al medio ambiente y encontrar formas de cerrar ciclos en la producción agrícola. En York Universidad en el Reino Unido, pude trabajar con química verde para hacer plásticos biodegradables a partir de algas. Estos estudios podrían ayudar a reducir los diversos problemas ambientales que tenemos hoy “, concluyo la Investigadora.
Fuente: El Agrario.com