El maíz tardío es una opción cada vez más elegida entre los productores. Según la Red de Maíz tardío de la Asociación Argentina Productores en Siembra Directa (Aapresid) en 2019/20 las siembras tardías ocuparon 3 millones de has en todo el país.

Llegada esta época, quienes optaron por tardío tienen un cultivo listo para cosechar pero con alta humedad de grano y enfrentan la siguiente pregunta: ¿cosechar y pagar gastos de secado o esperar con el cultivo en pie hasta fin de julio o agosto y afrontar los riesgos de pérdida de rinde y calidad que esto conlleva? Pero cuando sumamos otras variables, la ecuación puede cambiar:

Este fue uno de los temas de la Agenda Aapresid de Mayo (encuentro mensual donde especialistas, productores y empresas debaten temas de actualidad de la campaña) donde Federico Larrosa (KWS), Facundo Ferraguti (INTA), Anibal Cerrrudo (INTA) y Marcelo Arriola (productor Aapresid) precisaron lo que hay que tener en cuenta a la hora de tomar esta decisión.

1- Perspectivas climáticas: secar el grano en planta hasta finales de invierno puede implicar riesgos para la calidad y rendimiento: enfermedades y grano dañado (los daños por hongos se duplican en los 100 días posteriores a MF o madurez fisiológica), quebrado de plantas por acción de vientos y lluvias y la removilización de asimilados (que aumentan hasta 26% en los 100 días posteriores a MF). Tener en cuenta qué nos deparará el clima puede ser entonces un primer paso para elegir una estrategia u otra.

2- Costos de secado vs. mermas por calidad: si tenemos en cuenta únicamente los costos de comercialización, Facundo Ferraguti asegura que conviene secar el grano en planta y pagar mermas de calidad que cosechar húmedo y pagar gastos de secado. A esto se suma que puede ser difícil encontrar acopios que reciban granos con 20% de humedad.

3- Genética del cultivo: ciertos materiales pueden tener mayor tendencia a generar pérdidas durante un secado prolongado. Los atributos del genotipo que influyen en este sentido pueden ser: plasticidad ante cambios en densidad, “integridad a cosecha” y perfil sanitario. El largo de ciclo pierde relevancia pues las condiciones ambientales en que se da el secado tienden a equiparar los días de duración de esta etapa entre híbridos de distinto ciclo.

Materiales de alto potencial de rinde tienden a movilizar más nutrientes desde el tallo para llenar granos, lo que los hace más débiles ante la acción del viento. Una buena nutrición en llenado es clave para bajar el impacto de la removilización y mantener tallos fuertes.

4- Presencia de malezas difíciles: debajo de un maíz que se seca a campo proliferan malezas que no se controlarán hasta después de la cosecha. Esto aumenta los costos en herbicidas, que no impactan en el margen de ese maíz pero sí en el del/los cultivos siguientes. Esto sin contar los costos ambientales y de presión de selección que implica atacar un problema ya instalado en el lote.

5- Precio del maíz: las cosechas tempranas suelen coincidir con mejores precios (menor oferta a nivel mundial) mientras que las tardías suelen encontrar precios a la baja (EEUU ya tiene estimaciones de siembra acertadas y arranca la cosecha en Brasil)

6- Incidencia de micotoxinas: INTA muestra que la presencia de deoxinivalenol o DON (micotoxina producida por F. graminearum) en el grano aumenta de 5 a 100 ppm en los 100 días posteriores a MF, cuando su tolerancia en rumiantes es de 10 ppm. Estas micotoxinas provocan caídas en el consumo, inmunosupresión y enfermedades que impactan en la productividad ganadera. En humanos la tolerancia es de 1,75 ppm.

7- Impacto en la sustentabilidad: cosechar temprano deja la posibilidad de hacer un cultivo de servicios (CS) o incluso un trigo. Comparado con un maíz secándose en el campo, plantas en activo crecimiento capturan más C y mejoran el suelo: una inversión para mejorar “la maceta”.

Fuente: Aapresid

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