Pese a los inconvenientes por la dramática sequía, la presión impositiva, el tipo de cambio y la incertidumbre política, los productores no quieren perder sus campos y negocian con los propietarios procurando mantener la superficie sembrada.

La sequía, le pego muy fuerte al sector agropecuario en la campaña 2022/23. Pero el escenario hostil para los productores, no solo tuvo impacto climático sino también impositivo y de brecha cambiaria. Sin dudas, que el ciclo no fue el mejor de los mundos para los productores ya que además de semejante remezón, los valores de los arrendamientos de los campos para el período 2023/24, subieron un 15 por ciento. Sin embargo, las hipotéticas medidas de las próximas autoridades nacionales electas como la baja de retenciones y la desaparición de trabas para exportar son argumentos para seguir apostando por más inversiones.

“Hay mucha gente interesada, muchas consultas, incluso se está insinuando un pequeño rebote en los valores. Además del posible cambio de color político, hay otra explicación que es la vulnerabilidad financiera que se desató en el mundo en el último tiempo, donde varios bancos quebraron; eso al inversor le da pánico. También hay que agregar que, los campos que habían bajado de valor el año pasado, que los inversores los veían solo como una manera de diversificar, luego se acomodaron en precios y comenzaron a ser rentables”, comentó Mariano Maurette, responsable de campos de Alzaga Unzu y Cía.

Por otra parte, Córdoba ha sido dentro de la Región Núcleo, la provincia más perjudicada ya que tuvo que afrontar tres años Niña de manera consecutiva cuyo resultado arroja una de las campañas más complicadas de los últimos 10 años.

“Muchos productores van a tener este año fuertes quebrantos y tendrán que afrontar una difícil situación económica y financiera, para hacer frente a la campaña que se viene en un clima político y económico de mucha incertidumbre. La mayoría evita quedarse en pesos y procura comprar bienes de consumo, bienes de producción, dólares o quedarse con bienes que representen moneda dura (granos, vacas, insumos)”, opinó el consultor cordobés Alejandro García Astrada de Inmobiliaria Rural.

El índice del mercado inmobiliario rural (inCAIR), continúa a la baja marcando 25 puntos. Esto implica un mercado muy demandado para la compra de campos agrícolas de alta calidad.

“Además, el interés de los arrendatarios esta firme, mientras que el propietario está tranquilo y cómodo porque sabe que su campo tiene demanda. El propietario tiene muy en cuenta la importancia de tener un inquilino serio, que cuide el lote, que sea cumplidor en sus compromisos. El dueño del establecimiento valora estos argumentos y tiene disposición para bajar unos puntitos”, considero Juan José Madero de la división campos de L.J. Ramos Brokers Inmobiliarios.

 “Si hubiera un inquilino que tenga que dejar un campo por problemas financieros, hay otro o dos que querrían entra en el negocio. En general, nadie quiere perder un campo y hace todo lo posible para negociar con los propietarios y mantener la superficie sembrada”, agregó Astrada.

El mercado de alquileres, se paga en pesos y es una inversión de corto plazo. Las expectativas de producción para el próximo ciclo son alentadoras.

“Los valores nominales de la tierra en Argentina, han tendido hacia la baja en los últimos diez años. Si se considera la pérdida del valor del dólar en el período considerado, se tiene que los valores reales de los campos en Argentina han bajado aún más. A igualdad de calidad de tierra, en nuestro país los precios han quedado por debajo en relación a los de los otros países de la región y el mundo”, concluyó el especialista de Inmobiliaria Rural.

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