En uno de los países más “carniceros” del mundo, y donde la inflación se ubicaba al top del ranking global, el valor de la carne vacuna contribuyó en los últimos meses –vaya paradoja– a bajar el índice generalizado de precios de la economía. Se esperan algunas reacciones por el lado de la oferta y la demanda. Mientras tanto el alimento pierde peso en el índice de inflación.

Según un informe del Ieral, de Fundación Mediterránea, el alimento pasó de aportar 2,22 puntos porcentuales en la inflación de diciembre 2023 a 0,11 puntos porcentuales en la de julio.

Comparada con diciembre del año pasado, la canasta de 18 cortes, relevada por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), muestra en la actualidad una caída de alrededor de 16% en términos reales.

¿Qué puede pasar próximos meses?

 

El escenario hay que mirarlo a ambos lados del mostrador. Por el lado de la demanda, deberían retomarse patrones de consumo más habituales en la población, a partir de una recuperación en el poder adquisitivo de los consumidores. Por estos días, el consumo doméstico está 20% por debajo de un año atrás.

Por el lado de la oferta, si bien la producción cayó casi 9% medida en términos interanual, pero la llegada de los últimos meses del año genera una merma en la disponibilidad de hacienda lo que podría impactar en los precios. Lo que ayudado por una recuperación en los ingresos podría dinamizar los precios.

Falta ver cómo será en desempeño exportador, y si finalmente la eliminación de las retenciones a la vaca y la disminución en el novillo tracciona los valores de la hacienda a corto plazo.

Por Alejandro Rollán

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