El establecimiento Las Chilcas es una de las empresas cordobesas que se sumará a la decisión del Gobierno de Córdoba de impulsar la construcción de 20 nuevas plantas de biodiésel en la provincia que producirán este biocombustible, tal como anunció el viernes el gobernador Juan Schiaretti.
El convenio con la Provincia que suscribieron las empresas está basado en las condiciones estipuladas por el Programa de Autoconsumo de Biodiésel 100% (BioCBA), cuya finalidad es diversificar la matriz energética para reemplazar combustibles contaminantes por biocombustibles y producir con autonomía energética.
Las Chilcas es una empresa familiar orientada primordialmente a la industria agropecuaria, aunque con el paso de los años se fue diversificando e incorporando valor agregado al origen. Fue fundada en 1980 por Mario Aguilar Benítez y, en un primer momento, se dedicó a la ganadería.
El establecimiento está ubicado sobre la ruta nacional 9, a la altura del kilómetro 868. Utiliza tecnología de avanzada, criterios de innovación y sustentabilidad. Además, minimiza el impacto ambiental.
La unidad de negocios principal es la agricultura, enfocada en la cadena del maíz y la soja. El primero de estos cultivos se utiliza como materia prima para la producción de bioetanol. La soja se siembra por una cuestión de rotación y se comercializa, pero no se industrializa.
La empresa participa en el programa provincial Buenas Prácticas Agropecuarias y aplica la técnica de siembra directa, lo cual le sirve para potenciar la actividad ganadera.
El gas natural, un gran ahorro
A mediados de 2021, la empresa se conectó al gas natural a partir del gasoducto troncal que la Provincia construyó en la región norte. Esto le permitió un ahorro importante en sus procesos productivos.
Tanto la política de acercar el gas natural a las industrias como la orientación hacia los biocombustibles es vista con buenos ojos por el establecimiento productivo.
“Estamos muy alineados con lo que propone la Provincia, creemos en la circularidad y tenemos la visión de generar una economía circular también con la soja, como lo hacemos con la cadena del maíz”, sentenció Aguilar Benítez.
Desde 2017, la fábrica cuenta con un biodigestor para procesar desechos bovinos y porcinos, y también residuos orgánicos domiciliarios. “Con este sistema se produce biogás, el cual se utiliza como energía para el funcionamiento de la destilería de bioetanol; esto reduce el impacto ambiental y la huella de carbono, además de aportar a la comunidad para generar conciencia ambiental”, enfatizó.
Además, los desechos del biodigestor se convierten en un biofertilizante que puede usarse en los campos o como otro subproducto para comercializar.
“Apoyamos un proyecto federal. Mientras más nos alejamos del puerto, más sentido tiene este tipo de proyectos, porque más barato nos termina saliendo el costo de oportunidad de la materia prima y fomentamos la atomización de la producción energética, que está muy concentrada en el país”, completó.